Se llama Paloma Noyola, tiene 12 años y los ojos del mundo están puestos en ella desde que una revista estadounidense la bautizó hace dos semanas en su portada como “la futura Steve Jobs”, en referencia al fundador del imperio tecnológico Apple.
La historia de superación de esta niña, nacida en una familia humilde y en una zona de gran influencia del narcotráfico, pero que aún así sacó la mejor nota en un examen nacional, ha despertado la atención de México entero.
Esta semana, la pequeña Paloma viajó a la Ciudad de México desde su natal estado de Tamaulipas para participar en un campeonato de cálculo mental, escoltada por un batallón de periodistas. “Estoy muy contenta. Si se quiere se puede”, afirmó.
Ella es huérfana de padre y la menor de ocho hermanos de una modesta familia dedicada a la recolección de chatarra y la venta informal de comida en Matamoros, una ciudad fronteriza con Estados Unidos asolada hace años por las disputas entre los cárteles narcotraficantes del Golfo y Los Zetas.
Los altos funcionarios estatales que viajaron con la niña la mantuvieron siempre alejada de la prensa, tras el revuelo que originó la noticia de su participación en el campeonato, organizado por la prestigiosa universidad Tecnológico de Monterrey.
Noyola estuvo sentada en una larga mesa. Al terminar, fue retirada por una puerta trasera. Nadie pudo verla, ni siquiera el profesor Sergio Juárez Correa, el principal responsable de su éxito, y quien la pone como ejemplo para pedir más ayuda a la educación en el país.
Este maestro de 32, quien revolucionó “medio a ocultas” las aulas de la humilde escuela José Urbina López de Matamoros, asegura a los medios que “Si Paloma tuviera las mismas oportunidades o las puertas abiertas como Steve Jobs, probablemente iba a ser una genio en su materia”.
Juárez empezó buscando por Internet nuevos métodos basados en la curiosidad y el autoaprendizaje de los alumnos, tras sentirse frustrado por los pobres resultados de la tradicional transmisión de conocimientos.
De manera autodidacta e inspirado por tutoriales del profesor indio Sugata Mitra, impulsor de la llamada “educación mínimamente invasiva“, el docente pudo ver los resultados: Paloma logró en 2012 la máxima nota de 921 puntos en la prueba nacional de matemáticas. Otros nueve de sus compañeros también lograron puntuaciones por encima de 900.
Este nuevo prodigio se gestó en las aulas de un colegio ubicado en una de las llamadas “zonas de castigo” de la enseñanza, donde ningún profesor quiere permanecer. Está ubicado en una zona insegura, junto a un basurero y sin gozar de servicios básicos.
Juárez se lamenta: “Ya con que vayas es ganancia, no esperan que des tu máximo”, y recuerda cómo dos compañeros de la menor “desaparecieron” a mitad de curso sin que nadie supiera los motivos.
También se queja porque la reforma educativa que impulsó a finales del año pasado el gobierno mexicano nunca incluyó una mejora en infraestructuras y planes de estudio. “El sistema educativo mexicano es como un autobús que tiene los asientos rotos, las llantas en mal estado y un motor totalmente destruido que tiene que subir una pendiente”, sentenció.