Nos hicieron reír desde pequeños en cuanta fiesta infantil o circo nos llevaban nuestros padres. Su sonrisa nos alegra el alma, la vida y hace llevaderos los problemas que Dios nos pone en el camino, pero ellos son personas de carne y hueso que sufren tanto como nosotros.
Aunque su ocaso puede ser ingrato y sumido en la tristeza, el secreto está en no perder la esencia del ser payaso. A continuación vea la triste historia de los payasos peruanos.